Pues que no sé en que les molestamos
Vale que vivamos a su costa
Pero no nos ven
Vivimos en los rincones recónditos de sus casas
Bajo el sofá, bajo las alfombras, tras los muebles
Vale que nos nutramos de ellos
Pero son sus escamas de piel desprendidas
Las eliminamos y así mantenemos limpias sus casas
Vale que nuestros residuos a veces se hagan un poco
voluminosos
Son esos bolos de pelusa que salen por ahí
Pero son inocuos e inofensivos
Y dale
Sacan esa horrible maquina aspiradora
Y nos desbaratan todo
Se tragan nuestras cosas y a nosotros mismos
Y los que se van nunca más sabemos de ellos
La verdad es que ya nos gustaría
Por lo menos saber cómo les va
Algún día ya nos tocará y lo averiguaremos
Pero ahora toca correr, ya suena la maquina
Corre, corre…
¡Cómo se nota que hoy te ha tocado pasar la aspiradora, jaja! Cualquier momento es bueno para inspirarse.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu cuento, Jesús. La verdad es que yo tengo algunos pelusones en casa que me salen a saludar a la puerta y es que ya casi forman parte de la vida de uno. Jajajaj
ResponderEliminarUn saludo.